La Ley Debré, una ley de equilibrio
La forma actual de participación en el sistema educativo francés de la mayor parte de las escuelas católicas es la asociación por contrato con el Estado (“l’association par contrat avec l’État”), fruto de una larga historia. La actividad de la Iglesia en el campo educativo ha sido a veces temida y otras veces requerida por los poderes públicos. Estado e Iglesia han defendido siempre sus prerrogativas, cada uno de estos dos protagonistas desconfiando de la otra parte por su eventual control sobre la Escuela, y entendiendo finalmente, poco a poco, la necesidad de responder juntos a la necesidad de escolarización de los jóvenes franceses.
Al final de los años 1950, la joven 5ª República crea una nueva forma de inscripción de la Enseñanza católica en el sistema educativo francés, con la posibilidad para los centros privados de asociarse con el Estado por contrato: es la Ley Debré de 1959.
Esta solución pragmática responde a las necesidades de escolarización de la Francia de la posguerra y calma la «querella escolar». El enfrentamiento deja paso a una cooperación por «asociación», que no es ni una fusión ni una integración.
La asociación está hecha de derechos y deberes recíprocos: apertura a todos los alumnos, respeto a la libertad de conciencia, respeto a los programas de la Educación nacional, reconocimiento por el Estado de un proyecto educativo específico (llamado «carácter propio»), gratuidad de la enseñanza gracias a las contribuciones públicas (presupuesto de funcionamiento de los colegios calculado a partir del coste por alumno en la escuela pública) y toma a cargo del Estado de la remuneración de los docentes.
Sesenta años más tarde, la Ley Debré sigue siendo una ley de equilibrio. Permite a la enseñanza católica participar en el servicio público de la educación, aportando al mismo su contribución original.
Louis-Marie Piron
Délégué général
Secrétariat général de l’Enseignement catholique